domingo, 23 de enero de 2011

CUANDO PERDI MIS ALAS


Cuando perdí mis alas, fui triste al cielo para ver si alguien las había visto. Coincidió que un arcángel pasaba por allí y mirándome fijamente me preguntó que me pasaba.

Con lágrimas en los ojos, le comenté que había perdido mis alas y que no sabía donde las había dejado.

-          No, por aquí no están. – comentó Gabriel - ¿Cómo fue que la perdiste?

-          Un día, sin más, me di cuenta de que ya no las tenía.

-          ¿Y tampoco sabes donde las dejaste?

-          Tampoco querido hermano – agaché mi cabeza por la vergüenza que aquello me suponía  – Tampoco sé donde las dejé. Estuve caminando durante días por las calles de las grandes ciudades observando a aquellas pobres gentes  y la miseria que allí respiraban…

-          ¿Cómo es eso? – dijo sentándose en una nube que por allí pasaba.

-          La gente no habla, hermano. La gente no oye, no se escucha. Tiene ansia de poder, tiene ansia de encolerizarse fácilmente y no les preocupa si alguien necesita su ayuda. Se enfadan rápidamente y no llega a razones porque cree que siempre ellos poseen la verdad. Se dedica a robarse unos a otros en cada rincón que allí se oculta. O bien, lo hacen delante de los demás con palabrerías siendo maestro de la más convicción personal. Se burlan de los más débiles y ves a los niños de corta edad como pasan hambre en cada esquina de la calle. Por otro lado, sus madres les venden pidiendo limosna para darles de comer que luego se lo gastan en sus más oscuros deseos.
Ves a mujeres maltratadas cada día por sus maridos que creen tener derecho sobre ellas y a otras, como son vendidas por hombre y para hombres por papeles, dinero, algo de amor y sexo.
Como jóvenes humillan a otros por el simple hecho de ser inferior a ellos de otro color, cultura o clase social. Como ejecutivos trajeados con grandes coches, engañan a personas que depositan en ellos su confianza y sus sueños y que de la noche a la mañana ya no tienen nada.
Como venden drogas en colegios e institutos a personas indefensas y como éstas se desmoronan en medio de las calle creyendo que así pueden inhibirse de la clase de vida que existe alrededor de ellas.
Otros pierden sus sustentos y trabajos por jugársela a una sola carta y como familias enteras se destruyen porque la vida les trata mal a base de valores materiales.
Y otros pierden la esperanza cuando ven que un ser querido se debate entre la vida y la muerte y se sienten incapaces de buscar soluciones porque hay hospitales que les niegan ayuda para seguir viviendo.
Pero lo más triste de todo es saber que algunos que hacen llamar hijos de Dios y que luchan para ser discípulos de su religión, no tienen pudor para vender su alma al Diablo con ansias de poder y dando falsas apariencias ante el mundo entero haciendo de su fe una profesión y dejando atrás la vocación que le influyó para ser un buen pastor de sus ovejas…
Cuantos lloros y gemidos y cuando odio retenido… Es triste pensar que uno vive para sí mismo y que le da mismo la persona que tiene al lado…

-          ¿Y tú que hiciste durante tu camino?

-          Observar hermano, ver, ayudar en lo que lo que se puede que nunca es poco. Enseñar, aprender y consolar… Recibir alguna que otra paliza por intentar hacer bien mi trabajo al que fui encomendado...

-          ¿Y alguna vez te llevas alguna alegría, querido Iridei?

-          Alguna hay, Gabriel. Hay sitios en que los niños te sonríen, te miran con dulzura cuando pasan a tu lado. Cuando no pierden esa sonrisa cuando han nacido con hambre y siguen viviendo hambrientos. Cuando su casa en una choza de paja y tienen como amigo a un perro desnutrido. Cuando lo poco que le das es lo mucho que reciben y te corresponden compartiendo contigo lo recibido. Cuando se les ilumina ese rostro ennegrecido por el polvo y el barro. Y entonces, me cambia la cara y olvido las grandes ciudades y las pequeñas personas y se me ilumina la cara pensando que todavía queda esperanza, que el Más Grande tiene aferrado en sus manos, un hilo de luz bien erguido moviendo montañas y levantando naciones a favor del más necesitado, y entonces, te acuerdas de que tienes un cometido….

Y mirando mi reflejo en el suelo, vi como de mi cuerpo volvían a surgir las alas que tanto había anhelado, y contento, limpie mis lagrimas de mi rostro y miré al arcángel agradecido.

-          Vistes hermano realmente no perdiste tus alas. Tan solo las habías escondido para temor de sufrir con tanto dolor sufrido. Te hizo falta recordar la sonrisa de un niño para descubrir que aún las tenías en tu espalda. Creo que solo bajaste la guardia para no sentir lo que ellos estaban sintiendo. Te volviste  un poco humano, hermano. Pero ya sabes, errar es de sabios y si aprendiste lo que has vivido, deberías bajar de nuevo junto a ellos para seguir aprendiendo, ayudando y enseñando a que la vida no se acaba porque las cosas a veces te traten mal. Enséñales de nuevos tus alas y diles que la esperanza puede aparecer en cualquier momento, solo deben dejar el corazón entreabierto para que entre a iluminarles…

JMSalvador
23-01-11