domingo, 23 de agosto de 2020

ECHARTE DE MENOS

Como no echarte de menos ahora que ya no estás pegada en mi costado. Pensé que eras eterna, incombustible y que no te irías nunca de nuestro lado.

Como no echarte de menos cuando te he visto crecer en tu vida y has visto la mia cómo evolucionaba cada día.

Como no echarte de menos cuando has sido madre coraje, paciente e invulnerable y como sacabas las garras como leona cuando tus hijos pasaban hambre.

Madre de madres, madre no eterna a pesar de mis pesares, que luchabas por los que te buscaban cuando éstos no encontraban donde apoyarse.

Como no echarte de menos cuando tirabas de un carro de calamidades y que no dejabas a nadie fuera, aunque te dieran disgustos y eso te hundiera.

Quién se acordará de nosotros cuando sigilosa te levantabas, a las tres de la mañana, para rezar por los ausentes y quien oirá ahora tus plegarias por los Santos venerables y los aquí presentes. 

Como no echarte de menos cuando en mis ataques de locura venías para acompañarme y cuando desde el mismo cielo bajaban para estar a tu lado y abrazarte. Hasta el mismo Jesús vino a escucharte.

¡Qué te contaría María, que desde entonces callaste!

No comprendiste nunca como algunas gentes te dijeron que te apartases cuando siempre las consideraste familia y parte de tu sangre. 

Y como preguntabas por ellas, aunque tu alma desgarrase. Siempre las tuviste presente cada noche al acostarte. 

Como no echarte de menos cuando a medianoche me llamabas, para encontrarnos al alba comentando nuestras hazañas en las frías noches de madrugada. 

... y no nos importaba.

Me hablabas de nuestro Padre, de los tuyos, de su Hijo, de tus hijos, de los míos, de tu fiel esposo y la adoración que sentías por tus nietos, y sonreías.

Cuántas veces hiciste prometerte que cuidaría de ellos si en algún día no estuvieras, que intentase no perderlos en esta sociedad que tanto te oprimía.

Puedo asegurarte niña, que caminan por el buen sendero y les va bien en lo que se refiere a sus vidas, si no te lo diría.

Como no echarte menos cuando te sentabas en tu patio de flores, esas que regabas cada día, con tu gato acaramelado y donde hiciste tu capilla, la que siempre proclamabas el Dulce Nombre de María. 

Que dolor tan grande cuando me llamaron una mañana para que cumpliera con mis obligaciones y aquello cerró mis ventanas, abriendo viejas heridas de los que allí ya no estaban.

Y qué gozo tan grande y con lágrimas en los ojos cuando vinieron a buscarte y lo tranquila que te fuiste. Como se difuminó tu vida dando paso en el cielo a una luz grande y viva.

¡Dónde iré yo ahora para consolarme, ahora que todo lo he perdido y ya no me queda nada ni nadie! ¡Dónde iré yo ahora cuando pierda mis alas y no sepa dónde encontrarte!

Mi querida niña, mi querida compañera, mi querido soplo de aire que te me has ido en mi instante. Carne de mi carne, sangre de mi vida, vuela alto y libre con aquellos que ya te guían.

Como no echarte de menos ahora que ya no podré abrazarte…

 
Jesús Mª Salvador ©
14-08-2020










sábado, 7 de diciembre de 2019

EL SILENCIO REPARADOR

El Silencio es buscar tiempo a propósito para estar contigo mismo y pensar en ti y en aquello te rodea. Buscar un momento para hablar con Dios, como en mí caso y con todos aquellos “hermanos” con los que aprendí a sentir y a vivir, siempre regocijándome en la calma que fluía de mi interior, intentando evitar conversaciones superfluas y murmuraciones innecesarias con sus constantes pérdidas de tiempo; y repasando en cada momento mi pasado, mi presente y el futuro que pudiera acontecer a mi alma. A esto se le llama El Silencio Reparador.

Hace tiempo, un gran maestro mío me dijo mientras observábamos el mar azul desde el acantilado:

“El Silencio puede ser una gran arma de defensa de la Comunicación, Recuerda que la mayoría de los Santos evitaban, cuanto podían, la compañía de los hombres y elegían vivir para Dios en su retiro.

-  Cuantas veces estuve entre los hombres volví menos hombre.
- Más fácil cosa es callar siempre que hablar sin errar.
- Más fácil es encerrarse en su casa que guardarse del todo fuera de ella.
- Por esto, al que quiere llegar a las cosas interiores y espirituales le conviene apartarse de la gente.
- Ninguno se muestra seguro en público, sino el que se esconde voluntariamente.
- Ninguno habla con acierto, sino el que calla de buena gana.
- Ninguno preside dignamente, sino el que se sujeta con gusto
- Ninguno manda con razón, sino el que aprendió a obedecer sin replicar.

La seguridad de los Santos siempre estuvo llena de temor divino por errar y estar entre hombres. No es más santo el que obre milagros sino el que está más cerca de Dios, evitando inseguridades de los malos que nacen con soberbia y presunción, porque al final se convierte en el mismo engaño, por mucho que seas un buen religioso o devoto ermitaño”.

Hace unos años, dirigí un grupo de personas que quisieron voluntariamente seguir los pasos y sentirse mucho mejor consigo mismas. Con el tiempo resultó que su silencio no era nada más que el fruto de su Yo interno y que solo querían saber de los demás y no dejaban conocerse al resto de los allí presente. Se calumniaban en silencio y se criticaban por no abrirse al resto del mundo. Las demás personas que pedían que dieran muestras de que su silencio era perjudicial para el resto del grupo, con el paso del tiempo, esas mismas personas que criticaban a sus compañeras, obraron de igual modo cerrando las puertas a los que si habían confiado en ellas y dando a entender que su silencio aún no había sido reparado. 

Pero, ¿para que te sirve el Silencio? – les pregunté:

- El silencio me sirve para pensar en mí misma poniendo mis ideas en orden y dándome cuenta de cómo estás en cada momento de tu vida. Por desgracia, últimamente no nos paramos a mirarnos por dentro ni a reparar en lo que nos pasa. Nos ayuda a aclarar nuestras ideas y ver en qué parte obramos mal y en cual nos estamos desviando. Muchas personas, hoy en día, no lo comparte con el resto, creyendo que no tiene importancia y tiene más de los que ellas se imaginan.

- Si me paro y guardo silencio, me asume un sentimiento de tristeza. Solo guardaría silencio si hubiera algo que realmente me preocupase... Aunque no quiero eso, la vida es muy corta para pasar la vida en silencio.

- Para mí, el silencio me relaja, me sosiega, me hace pensar en esas cosas que con ruido soy incapaz de oír y escuchar. Me gusta estar en silencio al igual que me gusta escuchar a gente que habla con coherencia, con calma y que luego puedes analizar sus palabras en silencio.

- Me gusta meditar y puedo ir a mundos que están en mi mente, que seguro que, en algún lugar existen. Me siento muy bien meditando y hablando con Dios. Le cuento mis problemas e inquietudes, os puedo asegurar que es mi mejor amigo, porque me ayuda. Le oigo en silencio y me aconseja por qué camino ir y cuál sería el correcto. También Él nos escucha en silencio. A veces le echo de menos, pero los ratos que estoy así, en silencio, disfruto de mi paz interior y me hace feliz. 

- Tiene sus inconvenientes: El silencio a una pregunta, el silencio a un enfado, cuando sufro porque me contestan con un silencio, la formas de dejar una pregunta sin respuesta y eso me hace sentirme culpable.

- El silencio puede ser tan bueno como malo porque permite encontrarte a ti mismo y encontrar la tranquilidad y la paz que buscas, siempre que puedas silenciar tu mente. Pero otro lado, el silencio y la soledad te pueden llevar poco a poco a un estado de acomodo y encontrarte a gusto contigo mismo llegándote a alejar de los demás. Por desgracia, aquellas personas que están a su lado son los que sufren las consecuencias porque se van alejando de tu vida con su silencio. Me da la impresión de que miran para otro lado y no quieren escucharte.

- Llegar a un equilibrio con el silencio es lo más importante porque, sin estar metido en ti mismo puedes llegar a esos momentos de paz que necesitas para perdonar, reflexionar y curar tus heridas.

En definitiva, el silencio es una buena arma de defensa hacía el mundo que nos rodea, pero cuando el silencio ya es palpable puede ser perjudicial para el ser humano. El silencio es un buen mensaje y es la herramienta que tienes para seguir viviendo y experimentando nuevas sensaciones.

No hagas de tu Silencio tu forma de Vida ni lo utilices como Salvavidas.

©
COPYRIGHT SIGN
U+00A9

Jesús Mª Salvador ©
7-12-2019

©©©©©©©

jueves, 12 de abril de 2018

CAER PARA VOLVERSE A LEVANTAR



No sé cómo he llegado hasta este punto. No se como caí, como no me di cuenta a tiempo o cuando no quise verlo. Cuando tropecé y no pude o no quise levantarme. Dejé que las piedras se fueran asentando a mi alrededor y no me propuse nada más que esperar a que éstas se apartasen y no me cubrieran por completo.

Creo que seguí todos los pasos indicados, el camino trazado, los objetivos marcados. Desdé niño así lo vi, así lo comprendí, así lo sentí. Me mostraste el niño que había en mí, la luz indicando mi vida, mi libro de lomo negro con las páginas en blanco… Me pediste un libro y te lo escribí, un poema y te lo dediqué, una sonrisa, un suspiro y una lágrima cuando así me lo indicaste…

Y ahora sigo aquí, cubierto por la primera piedra que una vez me tiraste para que me diera cuenta que mi camino no iba a ser un lecho de rosas y lo aguanté para no decepcionarte.
Cuanto ha pasado de esto, ¿diez años, veinte, un siglo, cien...?

Y no he aprendido todavía o aprendí demasiado deprisa y me resbalé. Te pedí ser niño y fui joven, ser dichoso y bajé tres escalones, saber de la vida y me apalearon, amar y ser amado…
Creo que al igual que me lo diste me lo quitaste, era lógico. Mi vida no es mía sino tuya, tal vez no te entendí lo suficiente para saber lo que querías decirme.

“Te estás equivocando”. Una y otra vez así me dijiste en sueños. Pero opté por conformarme para no desviarme de tu camino e incluso me esperé a que me dieras las pautas suficientes para seguir llevando a tu gente por el camino marcado, todo por no defraudarte. Dejé que las piedras cubrieran mi rostro, que minaron mis fuerzas para quitármelas de en medio, que rompí mis uñas arañando cada abertura de aire que entraba junto a la minúscula luz del sol que me iluminaba, con eso me conformaba.

No supe hacerlo bien, o no supe expresarme.

Teresa decía que sintió tu “oscuridad” y hasta hoy no la comprendí. Te tenía tan cerca que no se dio ni cuenta porque tenía sed de ti en todo momento y ansiaba cada vez más tu presencia. Pero siempre te tuvo ahí y tal vez no se dio ni cuenta porque lo que quería no era lo que le dabas.

Así me siento yo, ahora…

Ahora estoy perdido, ahora tengo miedo. La ansiedad agobia mi ser y la depresión hace mella en este preciso instante ya que no tengo fuerzas ni para salir de este bache. Toqué fondo y aun así había más fundo para seguir cayendo. Todo lo que había ganado, lo he perdido en un instante.

“Aun así sigue construyendo…”

Me desmotivé para seguir escribiendo, para seguir expresando todo aquello que sentía y aun así insistías “sigue escribiendo”.

No supe o no enseñé o no me expresé lo suficiente para explicar a mi familia que todos somos unos y nuestros problemas son nuestros y no debemos separarnos. Aun así, seguí unificando…

Cuantas veces me han escupido y reído y me han insultado y cuantas veces he cedido y me he apartado y he dejado que me sigan pisoteando y aun así he continuado…

Cuantas veces me lo dijo, no llorarás, no soltarás ni una lágrima, pero las heridas serán tan profundas que nunca se te cerrarán.

Y después de todo, ¿puedes amar a Dios cuando la vida se complica? Algunos me dirían, ¿puedes creer en Él cuando no está para consolarme?, ¿de verdad existe?...

Claro que existe, para mí existe, no ha sido Él que me ha dado esta vida complicada para ponerme a prueba, he sido yo mismo que no he sabido saborear bien la vida. Tal te no he sembrado como debía sembrar o no era el sitio indicado. Creo que sigue estando a mi lado pero no le veo o no he sabido localizarle.

¡¡¡Tanto desasosiego...!!!

Dejé de ser ángel del Cielo para convertirme en soldado de barro y carne para defenderte. Luché, con todas mis fuerzas para que nadie sufriera a mi alrededor y perdí en la batalla de la misión que me encomendaste.

Ahora sigo sentado, esperando mi destino, esperando que alguna de las puertas que hay a mi alrededor se abra y pueda de nuevo volver a remontar el vuelo, tal vez salir de entre las piedras caminando a mi nuevo destino o dejar que me aplasten para dejarme totalmente sepultado.

Tal vez todo se haya acabado…

Pero, aún así, herido, hundido, sin aliento y fatigado tengo que hacer mi último esfuerzo para decirte:

“Padre, soy tu hijo. Por favor, Padre, ayúdame porque estoy confundido, herido, doblegado. Tengo miedo, no sé, no entiendo. Intento conducir mi destino, pero no está funcionando en mi corazón y en mi vida cotidiana. Falta algo, sé que eres Tu pero no sé hablarte, no sé dónde estás, no sé qué decirte para así llamar Tu atención… Por favor, escucha mi voz, por favor, Ayúdame”

Jesús Mª Salvador ©
12-04-18





viernes, 20 de enero de 2017

MÚSICA PARA EL ALMA

31 DE DICIEMBRE

Durante los 365 días que tiene un año solemos hacer todo lo que nos plazca, vivir nuestra propia vida, la de los demás, sentir en cada momento el mundo que nos rodea, sonreír, llorar y sobre todo cerrar los ojos a aquellas cosas que son evidentes y pueden causarnos daño.

Tan solo hace falta que llegue el final de año para intentar cambiar las perspectivas de nuestra vida y analizar todo aquello que hicimos para intentar repararlo o remediarlo para el siguiente año o disfrutar de aquello que hicimos y fue satisfactorio para nuestro alma. Modificamos nuestra filosofía de la vida y por tanto utilizamos nuestra propia transición. Queremos pasar de lo antiguo a lo moderno o de un pasado a un futuro un poco mejor, pero solo nos quedamos en el intento y por tanto no superamos nuestras propias perspectivas y vuelve a pasar tus 365 días intentando que de nuevo, el siguiente año, puedas superarlos.

Lo que nos proponemos para superar aquellos escollos de la vida que tanto te estaban hundiendo o no veías salida, sigues sin superaros y terminas como empezaste, deseando no haber vivido esa etapa en tu vida. Por tanto te dedicas a pensar que la vida no es justa contigo y que se niega a aceptar lo que aun necesitas. Piensas que el mundo es cruel contigo y la mala suerte te acompaña en tu día sin darte cuenta que lo que vives es distinto a como la experimentas día a día. Tú consciente ve tan solo los contratiempos y oportunidades que experimenta y tú alma solo las oportunidades y objetivos a los que te enfrentas.

¿Por qué a mí, porque yo

A causa de todos los problemas que existen en tu vida, apenas ves la solución de todos ellos y sientes que tus puertas se cierran y la luz al final del camino ya no es alcanzable, es cuando te das cuenta que dodo ha girado 180º y que todo a tú alrededor se desmorona y perdemos todo aquello que conocíamos. Te sientes apático, sin sentido y te encuentras en un punto de inflexión.

A partir de aquí o te bajas del tren que te lleva a tu destino final o simplemente te paras dentro del puente a esperar una solución que pueda de nuevo encauzar tu rumbo. Te sientas alrededor de las puertas observando cuál de ellas será la que debas abrir sintiendo de nuevo el miedo a volverte a equivocar. Sabes que una vez que cruzas el umbral ya no podrás dar marcha atrás.

En mi anterior año cerré mis puertas a amigos, a la gente que me rodeaba, a las cosas que me estorbaban e incluso a la familia que creía conocer y que en verdad llegan a ser unos auténticos desconocidos. Por tanto, mi camino a la Transición puede ser que haya comenzado o que en verdad ya la esté viviendo y hasta ahora no he sido consciente de ello.

Tal vez cuando despierte en mi totalidad, mis ojos se transformen y vea de distinta forma la vida o tal vez sea la misma pero otras perspectivas. Necesitaré antes que mi vida se acomode a lo que pueda vivir y que mis propósitos sean firmes y objetivos e intentar que no me afecten demasiado.

Los grandes sabios dicen que esa transición te hace perder tu antiguo Yo y que esa fase para llegar a vivir en plenitud tu nueva vida sea inestable y deba perder todo aquello que me ha hecho daño hasta entonces. Que las tristezas, miedos y las viejas heridas salgan de nuevo a la luz siendo doloroso y totalmente frustrante. Que te escondes en un rincón de tu habitación para no salir más y te agazapas como los niños pequeños para no seguir sufriendo.

A nadie nos gusta pasarse días enteros dependiendo de la gravedad del asunto que te conmueve pero, por desgracia, debemos completar el proceso. Durante ese proceso, tu mente piensa que nada se puede hacer y que no merece la pena seguir viviendo y pides al mismo Dios que te lleve consigo para no seguir con esa angustia constante.

Por tanto, debemos serenarnos y esperar a que ese plan perfecto que está diseñado para ti, salga a luz y puedas poner de nuevo tu tren en marcha. Debernos limpiar y reconstruir todo lo dañado antes de empezar una nueva vida después de esa transición. Tenemos las herramientas suficientes para creérnoslo y veremos de otra forma todo aquello que en su momento nos hizo daño.

Esperar…

Pero una cosa tengo bien clara: no me arrepiento de lo que hice o de lo que he hecho y ni pido perdón a todos aquellos que pasaron por mi vida porque también fueron culpables de todo lo que mí aconteció.

Por ahora cerré mis puertas un 31 de Diciembre de todo aquello y de todas aquellas personas que me hicieron daño de los cuales prefiero alejarme antes de que sea demasiado tarde y ya no tengan remedio y no volveré a abrirlas hasta que sea consciente de ello. Mi transición para bien o para mal ya ha empezado.

JMSalvador
20/01/17



lunes, 30 de marzo de 2015

TENGO UN SUEÑO… (Martín Luther King)


Javier siempre había sido un chico soñador, normal y con ilusiones. Se había dedicado a sus estudios nocturnos que compaginaba con el trabajo en el bar que tenían sus padres. Puso tanto esfuerzo y empeño por conseguirlo, que la vida le pasó factura a su delicado corazón. Pero aun así, consiguió trabajar en grandes empresas hasta tener un puesto a su medida y que pudiera vivir holgadamente, de eso ya hace 22 años. Se casó con una guapa y buena mujer, tuvo una hija y siempre tuvo grandes amigos a su lado que le apoyaron en todo momento.

Pero aun así necesitaba algo más para sentirse realizado y él sabía con certeza lo que le faltaba por cumplir. Necesitaba sentir de nuevo su niñez, su juventud, no perder sus recuerdos y recobrar todo aquello que tanto había añorado y querido: sus amigos del colegio, de ese colegio que le vio crecer en aquella ciudad pequeña al suroeste de Madrid.

Buscó teléfonos, indagó en las redes sociales hasta conseguir que alguien contestara a sus plegarías y tener algún ápice de esperanza de aquellos hombres y mujeres que compartieron con él su vida cuando aún era joven.

Encontró al primero el cual se reunió con él en un bar para expresarle sus inquietudes y deseos y, alegrándose de lo que le proponían, buscó a un segundo y éste a su vez a un tercero... Estaban escondidos, entre otros lugares, en Torrejón, en Valencia, en Málaga y en Badajoz. A estos le siguieron cuatro más, luego cinco, después once y hasta ahora que lleva treinta y siete… Casi tres años de búsqueda sin descansar para intentar completar los tres cursos de primaria que formaban Octavo de EGB.

Por tanto, Javier nunca perdió su ilusión y encontró así la forma de hacer sus sueños realidad.

Con medio siglo de vida en nuestras espaldas nos damos cuenta de que al final, lo que prevalece, es la ilusión y las esperanzas de poder recobrar y recordar lo que ya creíamos perdido. Esto es lo bonito, me comentó Marisa, poder afianzar todo aquello que conseguimos en el colegio siendo aún niños. Valores con una base sólida entre los amigos de la infancia y de la juventud, entre los cimientos que nos crearon y mostraron nuestros padres, pasando calamidades para poder contentarnos e ir a cualquier excursión extraescolar (Málaga, Mallorca, Galicia, Granada…) y vendiendo cartones o lotería para conseguirlo y que ellos pusieran el mínimo posible. El poder salir de excursión al Prado, al museo de Cera o de ciencias Naturales o a comernos un bocata en lo alto del Viso, en el Día de la Tortilla, metiéndonos en líos porque la zona estaba por antaño militarizada. Crear amistades en las Permanencias y en los comedores, hacer pellas, huir de la Mano Negra que nos aterrorizaba en los servicios, llevarnos algún que otro castigo del algún profesor o profesora y alguna que otra bofetada de alguna compañera por burlarnos de ella o intentar levantarle la falda. Pero sobre todo vivir sanamente y con respeto, sin dejar aún lado nuestra adolescencia de los 70.

Así crecimos, con esas anécdotas y compromisos que tanto nos inculcaron nuestros profesores con ayuda de nuestros padres y que nos enseñaron a luchar por aquello que queríamos, apreciando lo mucho o poco que poseíamos. Ese sacrificio que nos hacían renunciar muchas veces, como críos que éramos, a ciertas cosas porque la vida no nos la daba o nos las enseñaban vagamente. Es fue nuestro verdadero pilar de educación, de nuestra vida a la cual soldamos porque así sería el motivo principal de nuestra existencia.

Eso es lo que hemos intentado trasmitir a nuestros hijos.

A veces, a nuestra edad es bueno recordar y sentirse el Peter Pan de nuestros sueños que ahora, todos juntos, intentamos de nuevos exteriorizar y plasmar en cada reunión que tenemos después de treinta y cinco años perdidos de historias y aun viviendo en la ciudad no nos las hemos contado.

Ahora, Javier ha cumplido su sueño y le damos las gracias por hacerlo realidad. Y no solo a él por llevarlo a cabo, sino a los que hicieron posible a que esto llegase a buen fin:

A Juanjo, Gloria y Mari Sole del C.E.I.P. La Gaviota por poner los medios para conseguirlo. A nuestros profesores, Pepe, Eduardo, Rafael, Pedro, entre otros, por sus experiencias y su dedicación. A nuestros padres por su esfuerzo para que estos sueños nunca quedasen en balde. A los que están perdidos y a los que ya no volverán, por ser parte de nuestra historia. Y sobre todo, a estos hombres y mujeres que ya, con unos cuantos añitos encima, hemos conseguido de nuevo reunirnos después de tanto tiempo para seguir recordando.

Si, Marisa, esto es lo más bonito que hemos conseguido y de lo que tenemos que sentirnos orgullos. Sobre ello hemos basado nuestra vida, sobre los valores y el respeto hacía lo que siempre hemos creído. Pero aún nos queda tiempo para seguir buscando, sobre todo, para recordar y seguir soñando…

Nunca perdáis vuestros sueños…



Jesús Estremera
C.P. Luis Carrero Blanco (La Gaviota)
Torrejón de Ardoz - Madrid
Promoción del Año 1965/1966




domingo, 30 de noviembre de 2014

LA NATURALEZA OLVIDADA DE DIOS


… Y tras crear Dios el Edén, a lo visible y lo indivisible, al Hombre y a la Mujer, a todas las criaturas vivas del cielo y de la tierra y a todo aquello que era apto para el bien de la Humanidad, decidió descansar al séptimo día, olvidándose por completo de colocar algunas de las especies dentro de aquel vergel, dejándolas por consiguiente, apartadas en una isla desierta, a la cual llamó La Atlántida…

En ella, diversidad de especies esperaban que el Señor se acordase de ellas y pudiera darlas cavidad en el Paraíso, tal y como había prometido y acordado.

Pero no fue así…

Todas las mañanas, animales y plantas, se levantaban con la esperanza de que aquel pudiera ser su gran día y que por fin, se acordara de ellos y las llevara a ocupar parte de aquella majestuosa y virgen tierra que había creado.

Durante mucho tiempo, los árboles de la isla, se dedicaron a caminar de un lado a otro esperando tal acontecimiento, cuchicheando entre ellos sobre el tema y esperando a que Dios se acordase de lo que había prometido, pero con el tiempo, empezaron a acostumbrarse a vivir sin esperanzas, olvidándose de las esperanzas con las que habían crecido. Por tanto, se dedicaron a no pensar nada más que en ellos mismos y no en aquel que tenían al lado, apartándose de ellos para no echar raíces y quedarse asentados.

Ninguno se sentía dichoso de su vida, y las pocas veces que lo eran, no se acordaban del Señor para nada. Tan solo, cuando la desgracia se apoderaban de ellos y salía su nombre en sus pensamientos.

Árboles, arbustos, plantas y animales, se dedicaron a vivir en monotonía y empezaron a sentir el silencio de la isla. Si hubieran tenido ombligo, seguramente hubiera sido el centro de su existencia.
Dios, por su parte, observaba desde las alturas su “despiste” y, confiado, esperaba que no perdieran aún el ápice de fe para lo que fueron creados.

El silencio pasó de la calma al ruido interno de sus almas y dejaron de escuchar su espíritu para tan solo oír el ritmo de sus corazones, asumiendo un sentimiento profundo de tristeza. Este estado, se acomodó de tal forma entre ellos, que llegó a sentar precedente en aquella naturaleza olvidada en el arrecife.

Se perdió el equilibrio para lo que realmente fueron creados…

El Señor siguió observando entristecido.

Más allá, hacia el río, un Chopo bebía de un riachuelo que nacía de lo alto de la montaña. Junto a él, un Caballo blanco de crines aterciopeladas, le acompañaba. El árbol miró al cuadrúpedo y sonrió:

- No estoy solo – pensó – No me siento así, soy feliz. Sé que mi vida es larga en esta isla, es todo tan bonito y hay tantas cosas que ver. Todo es tan sencillo y saber que no existe en mí esa soledad. Hay tantos árboles, tantas plantas y tantas flores y tantos animales. Cada mañana me despierto y siempre le veo ahí. Es mi amigo y me hace tanta compañía. Hablamos de muchas cosas y sobre todo, nos reímos.

El caballo sintió la voz interior del árbol y dejó de beber, mirándole agradecido.

- No estoy solo, le tengo a él – siguió pensando - Además, somos muchos en el bosque, en la pradera, en el río, en el lago y en la montaña. Ayer mismo, me comentaba lo bonito que sería estar con más especies como ellos, no importa si son distintos. Compartir nuestras inquietudes y nuestros miedos, sobre todo, lo que pueda pasar en un futuro con nosotros…

El árbol cerró los ojos y miró al cielo. Suspiró.

- También me gusta meditar y puedo ir a mundos que están en mi mente, que seguro que, en algún lugar existen. Me siento muy bien meditando porque allí hablo con Dios. Le cuento mis problemas e inquietudes. Os puedo asegurar que es mi mejor amigo, porque me ayuda. Le oigo en silencio y me aconseja por qué camino ir y cuál es el correcto. Sé que Él también nos escucha. A veces le echo de menos, pero los ratos que estoy así, callado, disfruto de mi paz interior y me hace feliz… Sé que no estamos solos y que nos vigila en todo momento y no ayuda, ¿es que nadie repara en ello?

El caballo se rozó contra su tronco notando la pena que sentía el árbol

- ¿En qué piensas Chopo? – le preguntó el caballo.
- En la vida – le contestó.
- En verdad, amigo, quisiera ser tan inteligente y sabio como tú – suspiró el corcel – Aunque siempre me dices lo mismo: El tiempo lo cura todo, la vida te enseña a tener paciencia porque todo llega. No se corre, hay que esperar.

El Chopo sonríe, le mira a los ojos y le acaricia con una débil rama recién nacida.

- Somos afortunados, bello rocín de piel blanca, estamos vivos, respiramos. Solo el aire, para mí, es suficiente.

- Seguro que llegarán días mejores – continuó el animal, moviendo todo el cuerpo y luciendo sus crines al sol - Yo no me siento esclavo de nadie, nadie me ata, nadie me impide ser libre cuando salgo a galopar. Y encima, te tengo a ti de compañero y amigo.

El caballo observa de nuevo al árbol y observa su grandeza, su fuerza y vigor. Recuerda que, en todo momento, están vivos, y que en esta parte de su vida, se debe reír o llorar, aprender y escuchar. Que nunca estamos solos y que la soledad es para quien la busca y la encuentra, porque siempre habrá alguien a tu lado y por tanto, no debes sentirte abandonado… 

La vida es muy corta para guardar silencio...

El Señor, entonces, se alegró de lo que estaba viendo y sintiendo que su peso disminuía, pensó que si entre todas las semillas, una sola germinaba en la tierra, seguro que la vida seguía su rumbo y realmente, la naturaleza, no está tan olvidada como realmente parecía...


JMSalvador
30/11/14