viernes, 28 de octubre de 2011

MI TREN....

La vida continúa en este tren sin parada. Debo ante todo, no arrepentirme del viaje recorrido.

Conocer nuevas ciudades, bellos paisajes y dulces sentimientos. Nuevas costumbres y aspectos que aún desconozco de mí.

La verdad es que he conocido ambientes de todo tipo, gentes de distintas cualidades. Algunas añoradas, otras solo de pasada. Otras me han marcado tanto, que solo recordarlas, abrirían viejas heridas que creía curadas...

Pero debo acostumbrarme y no sufrir cuando alguna vez las recuerde.

Es una pena que algunos se apeen de mi vida sin luchar por la suya. Otros, en cambio, hacen tanto daño que intento no sentir el sufrimiento que crean en mi entorno.

Intentar no llorar es lo que me queda, porque puedo volver a perder de nuevo la cabeza, volviendo a tropezar con los antiguos asientos que se crucen en mi camino.

Solo me queda añoralas y amarlas. Recordarlas hasta olvidarlas.

Eso sí, lo que no debo es perder la compostura. Lo que no debo es quedarme en el túnel cuando pase por sus entrañas, ya que puede ser que me vicie la oscuridad y no quiera salir de mi envoltura.

Porque tal vez, solo tal vez, me apee de este tren de la vida, mi vida  y ya no pueda volver a montar en él...

J.Mª Salvador
10/03/09



jueves, 13 de octubre de 2011

LA FELICIDAD EN ESTA VIDA

San Esteban decía que había tres cosas en esta vida que podían hacernos feliz.
  • La primera es la buena conciencia: sin ella, ni los placeres, ni los honores, ni el cumplimiento de todos nuestros deseos podrían contentarnos. Si tienes el alma pura, todo lo desagradable que pueda sucederte no debe turbarte.
  • La segunda condición para ser feliz es abandonarse generosamente a la providencia del Dios, consagrarse a Él sin reserva, no querer sino lo que Él quiere y recibir de su mano con agradecimiento el bien y el mal, pues lo uno y lo otro son efectos de su bondad.
  • La tercera condición es considerar cuál es la voluntad de Dios en todo lo que nos acaece. Dios tiene sus designios y el demonio los suyos.

Pero, ¿puedes tu con verdad, decirlo? ¿ No te reprocha nada tu conciencia? ¿En verdad tu alma es pura de corazón?...
Sentir odio, rencor, amargor por aquello que te rodea, ¿te hace tener una conciencia sana?...

Analízate...

¡Qué consuelo poder decirte. Hago lo que depende de mí para estar bien con Dios!.

De que nos sirven sacerdotes, sanadores, psicólogos y profetas... Sentir a Dios. a su Hijo, a Nuestra Madre Misericordiosa. Rezar a los Ángeles, a los Arcángeles y a los demás duendes y ninfas de los bosques. Luego cogemos lo mejor que más nos gusta de cada consejo dado o escrito y desechamos los que no nos vale para nuestro aprovechamiento personal. Los modificamos y los moldeamos según nos conviene... Eso no es hallar la felicidad. No podemos encontrar ni buscar la felicidad en recoger lo buen sembrado y desecharlo porque no nos sirve. 

No hay otra felicidad verdadera más que mantener la fe en uno mismo y luego en Dios. En Dios y en uno mismo... Aunque surjan problemas mundanos, jamás dejes que éstos lo perturben. Nadie puede evitar las dificultades, ni siquiera más sabios y venerables.

La fama, la riqueza o el prestigio social no nos garantizan, por sí solos, la felicidad. Tampoco puede decirse que el avance de la ciencia o el desarrollo económico necesariamente produzcan la felicidad. En cualquier caso, el hecho de que uno se sienta feliz o desdichado sólo depende de sí mismo.


Sin cambiar nuestro propio estado de vida, no hallaremos felicidad que nos resulte verdadera. Pero cuando modificamos nuestra posición interior, todo el mundo se transforma para nosotros.

Para aprender antes tenemos que educarnos. De poco sirve aprender y seguir vacios. ¿Cuantos de nosotros lo estamos?.. Edúcate primero y luego aprende. Poco te sirve lo aprendido si sigues teniendo tu conciencia enferma… No te rías nunca de nadie que te diga que se esta educando, tal vez debas aprender de él.

¿Cuál es el designio de Dios en esta enfermedad que nos envía?. Que la soportemos con resignación, mediante el pensamiento del amor eterno. El demonio, por su lado, quiere arrojarnos en la impaciencia y en la murmuración. Evitemos ser serpientes en el Paraíso.

No critiquemos la actuación del vecino porque nuestra propia tormenta viene de camino. Dejemos de mirarnos el ombligo y de escupir tanto al Cielo puesto que el Señor siempre nos devuelve nuestro propio “escupitinajo”.

No podemos estar pensando que la felicidad nos cae del Cielo estando sentados en la Tierra, esperando que nuestras familias y amigos nos acojan en esa desdicha que, alrededor nuestro, nos hemos creado.

No dejemos que la gente se avergüence de nuestro estado de infelicidad en el que nos hemos cobijado. En esta supuesta falsa felicidad que hemos creado a nuestro alrededor. No convirtamos nuestra felicidad en algo sucio y banal porque tan solo nosotros creeremos que somos felices siendo así.

Nacemos en este mundo para disfrutar la vida. No nacemos para sufrir y hacer sufrir. No podemos castigar al prójimo porque nos creemos superiores. Realmente somos tan inferiores o más que él. Queremos ser el último de la escala y el más humilde pero luchamos para seguir siendo el primero y pisotear al que está a nuestro lado.

Vivir felices y disfrutando significa gozar del trabajo, de la familia, de lo que uno hace por el bien de los demás. Si tenemos un estado de vida así de elevado, aún cuando nos sucedan cosas desagradables, podemos verlas como un ingrediente más de la vida.

¡¡ Me siento orgulloso de ayudar a alguien que no me quiere!!

Sé impecable en tus palabras, no te tomes nada personal, nunca hagas suposiciones, siempre da lo mejor de ti. Aprende a perdonar y a olvidar.

El ser humano es feliz en la medida en que es consciente de que posee un talento capaz de transformar una mueca de dolor ajeno en la sonrisa de una alegría.


La felicidad es interior, no exterior; por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos...

Henry Van Dyke