viernes, 26 de noviembre de 2010

Las Leyes para ser un poco más felices


1. Se más bueno de lo necesario, porque todos los que encuentras en tu camino están luchando alguna batalla.

2. Cuida tus palabras, pueden llegar a cortar tu propia lengua.

3. Si quieres que se cumplan tus sueños, no debes quedarte dormido.

4. De todas las cosas que llevas, tu expresión es lo más importante.

5. La mejor vitamina para hacerse de amigos, es quererlos y cuidar de ellos.

6. La felicidad en tu vida depende de la calidad de tus pensamientos.

7. Lo más pesado que puedes cargar es el rencor.

8. Una cosa que siempre puedes dar e igual quedártela es tu palabra.

9. La peor mentira es cuando te mientes a ti mismo.

10. Si te falta coraje para empezar, ya has terminado.

11. Una cosa que no puedes reciclar es el tiempo.

12. Las ideas no funcionaran a menos que tu creas en ellas.

13. Tu mente es como un paracaídas, funciona solo cuando lo abres.

14. Perseguir la felicidad es la carrera de toda una vida.

15. Nunca es tarde para ser lo que te hubiera gustado ser.

16. La vida es demasiado corta para despertar con remordimientos.

17. Ama a las personas que te tratan bien. Olvídate de los que no lo hacen solo tenlos presente en tus oraciones.

18. Cree en que todo pasa por alguna razón.

19. Si cambia tu vida, deja que cambie. Seguro que ha habido una razón para ello.

20. Nadie dijo que la vida sería fácil, solo prometieron que valdría la pena vivírla.

21. Los amigos son como los globos, una vez que los sueltas puede que no regresen.

22. A veces nos preocupamos tanto de nuestras vidas agitadas y llenos de problemas que ni nos damos cuenta que los soltamos todos.

23. Nos enredamos en quién tiene la razón y nos olvidamos realmente de qué es lo correcto hacer.

24. No nos damos cuenta de los verdaderos amigos hasta que ya es tarde. Lo mejor será que eso no ocurra y amarrarlos en tu corazón para nunca perdérlos.


jueves, 25 de noviembre de 2010

LOS DOS CAMINOS DE LA VIDA

LOS DOS CAMINOS DE LA VIDA

“” Cuando era joven, mi sueño era como el de cualquier persona. Encontrar a mi media naranja, casarme, tener hijos, ser un buen esposo, una buena madre, un buen hijo, una gran amante, dedicarme a mi familia y ser una persona dichosa…

Cuando era joven tenia grandes sueños, tener unos buenos estudios, llegar a lo más alto, dedicarme por completo a lo que más me había gustado y pintar de color de rosa mi vida tal y como me lo había propuesto…

Cuando era joven quería tener la mayoría de edad para ir de discotecas con mis amigas, dejarme barba, ligarme una buena chica, hacer una guerra de almohadas en casa de mis compañeras de clase, emborracharme con mis colegas y venir a altas horas de la noche ya que antes no había podido…

Cuando eres joven, quieres tantas cosas y sueñas tantos sueños que a veces, las mismas ilusiones hacen que se bifurquen tus ideas y se partan en dos tu camino…

Hay caminos anchos y fáciles de transitar, y que muchos eligen; pero el final de los que andan por él es la ruina. Pero, hay otros caminos estrechos y difíciles, y muy poco transitados; pero el final de éste es la vida plena. El que elegimos para seguir viviendo…

Te creas responsabilidades y a veces te haces adicto de tus propios sentimientos. Y si lo consigues, tu camino se hace corto, de un mismo sentido y pocas veces te paras a pensar en los sacrificios que has hecho en los muchos senderos en tu destino…

Dejas atrás amigos, trabajos, familia, corazones e incluso tu propia alma aparcada para conseguir tu propio camino. No balbuceas al hacerlo, no tiemblas en decidirlo. Tu camino es uno y debes conseguirlo…

Pero a veces, la vida te tienta en coger caminos alternativos. Quiero ser azafata pero me encantaría tener una familia, un buen hogar y unos hijos. Quiero ser médico y ayudar a aquel que me necesite pero mi padre me pide que no deje el negocio familiar que, en tantos años, mis ancestros han luchado para conseguirlo…

Y cuando tienes dos caminos, creas de nuevo responsabilidades y éstas sacrificios y crees que el sendero elegido es el más adecuado para tu vida. Creas monotonía, te encuentras a gusto en el nido que has ido moldeando con tus propias manos, y a veces solo a veces, te das cuenta de que tal vez has cogido el destino equivocado. Si no me hubiera casado estaría sobrevolando el mundo desde el cielo. Si hubiera sido medico estaría salvando vidas y no salvando almas detrás de un mostrador por un puñado de tornillos… Si me hubiera esforzado tal vez lo hubiera conseguido…

Y al final, tu camino se une con el de la otra persona que comparte tu vida, tú sitio y tal vez tú beneficio. Te toca la moral, te enfuscas, te enfadas, te molestas y te sientes arrepentido por lo que entonces habías elegido. Realmente me case para sufrir y que mi marido me dejara sola cuando más lo necesito. Dejé a mis amigos por una chica que al final no me ha querido. Creé una familia para sentirme útil y feliz y he conseguido ser la esclava de ellos y perder mi libertad, creando a mí alrededor una jaula de oro que a veces me asfixio…

Nunca hay vías fáciles que conduzcan a la grandeza; ésta siempre es producto del esfuerzo. Mientras unos están jugando, otros descansando o durmiendo, hay otros que están invariablemente trabajando silenciosamente de manera cotidiana. Muchos quieren las cosas a la mano o esperan recibir algún beneficio sin poner nada de su parte. Las personas nos quejamos de nuestros problemas y necesidades, pero muy poco buscamos soluciones, se está a la espera del otro…

A partir de ahí el camino del trabajo, del esfuerzo, y que cualquier cosa que prometa ser un atajo no es más que un espejismo y una trampa. Siempre hay alguien que nos da recursos y talentos para utilizarlos y no tenerlos guardados. El Señor espera que utilicemos dichos dones para nuestro propio beneficio y también para el bien común. Hoy en día, para lograr algo, se necesita mucho esfuerzo y sacrificio. Nada cae del cielo sin el esfuerzo propio. No se cosecha nada si es que no se ha sembrado antes y se ha cuidado pacientemente la semilla. El camino se puede hacer largo o corto, según las expectativas que tenemos…

El destino siempre te muestra dos caminos en la vida. Tan solo debes elegir el que mas te conviene en cada momento, sabiendo que en cualquier curva podrás tomar tu nuevo destino. Y recuerda, no te equivocastes, tal vez no era el momento adecuado de hacerlo. Así que, nunca te arrepientas de haber cogido tu primer destino, te ha dado momentos bonitos y has aprendido de tus errores. Tan solo acógete al mejor y guárda en tu mochila de viaje tu experiencia en la vida, y tal vez, si sigues caminando, encontrarás el sendero que te lleve a tu nuevo destino. “”
JMSALVADOR
(25/11/10)

 




domingo, 14 de noviembre de 2010

EL RELOJ DE LA VIDA


HAY UN TIEMPO PARA TODAS LAS COSAS
Y UNA ÉPOCA PARA CADA ACTIVIDAD  BAJO EL CIELO...

UN TIEMPO PARA NACER Y UN TIEMPO PARA MORIR.
UN TIEMPO PARA SEMBRAR Y UN TIEMPO PARA RECOGER.

UN TIEMPO PARA DAÑAR Y OTRO PARA CURAR
UN TIEMPO PARA LLORAR Y OTRO PARA REIR.

UN TIEMPO PARA ESTAR TRISTE Y UN TIEMPO PARA BAILAR
UN TIEMPO PARA ABRAZAR Y UN TIEMPO PARA NO PERDONAR.

UN TIEMPO PARA BUSCAR Y UN TIEMPO PARA DEJAR DE HACERLO
UN TIEMPO PARA GUARDAR Y UN TIEMPO PARA TIRAR.

UN TIEMPO PARA AMAR Y UN TIEMPO PARA ODIAR.
UN TIEMPO QUE SE ACABA Y UN TIEMPO QUE EMPEZARÁ.

UN TIEMPO PARA LA GUERRA Y UN TIEMPO PARA LA PAZ.



jueves, 11 de noviembre de 2010

LOS OFICIOS DE LA VIDA



Había una vez un joven sentado debajo de un árbol preocupado por las recientes palabras que horas antes había tenido con su padre. Mientras miraba fijamente una hoja amarilla recién caída por la aproximidad del otoño, recordaba palabra tras palabra, todo lo que aquel cabeza de familia le había dicho autoritariamente.

“” Hijo, vas siendo mayor, tus tareas como hijo han sido superadas y tanto tu madre como yo estamos satisfechos de tus obligaciones caseras y familiares pero debes entender que no puedes estar más en casa y debes empezar a buscarte la vida para seguir tu camino el día de mañana. Debes estudiar para ser un hombre de provecho. Debes empezar a vivir tu propia identidad. “”

Cuanto más miraba la hoja, más pensaba en aquellas palabras que atormentaban sus palabras.

- Tu lo tienes fácil, le decía a la hoja, tu naces de un tallo, creces, y te alimentas y mueres dejando paso a otros tallos que saldrán de donde tú has estado. Yo quiero trabajar, claro que sí, quiero ser un gran maestro para poder enseñar a los lugareños del poblado pero también quiero ser padre y esposo y no dejar de ser hijo para mis padres. Pero aunque sea todo eso, quiero seguir estudiando las cosas maravillosas que me da la naturaleza. Quiero saber, entender y seguir pasando el tiempo debajo de tu copa rodeado de la sombra que das y del aire que acaricia suavemente mi cara. Y todo eso, es muy difícil a la vez y mi padre tiene razón, debo empezar a volar porque nunca más volveré a tener dieciséis años.

Volvió a mirar la hoja de nuevo y la dejó en el suelo con sumo cuidado para no dañarla y que continuase su camino por la inmensa pradera del norte del Himalaya... y suspiró profundamente. Tan profundamente que agitó las raíces del árbol y éste hizo mover sus ramas intensamente llamando al aire que por allí pasaba. Entró en sus pulmones y relajó al joven que apoyó su frágil cuerpo sobre el tronco de aquel enorme cedro y acomodando su cabeza de tal forma que le diera un respiro para poder olvidar un poco aquellas preguntar que tanto le martirizaban.

-          ¿Qué es lo que más te preocupa hijo?- dijo el árbol.- ¿cumplir los designios del padre o tus propios deseos?

-          Si no cumplo los de mi padre, creo que le estaré ofendiendo y todo aquello que me ha enseñado no habrá servido para nada.- se entristeció. – Pero si no hago lo que yo quiero, tampoco habrá servido de nada sus enseñanzas.

-          Comprendo.- dijo bajando una de sus ramas para acariciar su cabello oscuro y ondulado.

El aire rozó de nuevo su tez tostada y siguió jugando con las hojas para transpórtalas consigo hacia el inmenso cielo y luego soltarlas con suavidad en aquel manto de tierra y verde yerba.

-          ¿Y si hicieras todo a la vez? Cumplirías los deseos de tu padre y los tuyos propios.

-          Pero eso es difícil… ironizó el muchacho.

-          No te creas… Seguirías siendo el hijo que tanto temes olvidar mientras que aprenderías junto a mí hasta que el sol se esconda, todas aquellas preguntas que se agolpan en tu cabeza y que tanto ansias saber. Aprenderías tanto que serias un buen maestro de discípulos y tu sabiduría sería tan grande que todo el mundo querría saber lo que tú sabes. Y seguro, que de aquel grupo de gente que necesita escucharte, saldría aquella persona que te robará el corazón y te dará descendencia suficiente para poder educarla como tu padre te ha hecho contigo. Serias hijo, alumno, maestro, marido y padre. Todo eso en un mismo ser, en un mismo cuerpo que seguiría su camino en este hermoso ciclo de la vida.

Y sonriendo con las palabras que su viejo amigo le había dicho, se levanto de su regazo y meditó por un momento lo que el cedro le había regalado. Le abrazó con cariño y colocándose los ropajes que vestía, bajo, caminando y luego corriendo y saltando, ladera abajo para comentarle a su padre lo que hoy había aprendido.

Mientras tanto, el aire paró sus juegos con las hojas y le preguntó al árbol si creía que el joven había entendido sus palabras. El árbol sonriendo le contestó que si hoy no había entendido lo que le había dicho, el tiempo se encargaría de hacerlo porque es ley de vida seguir viviendo y caminando por el sendero que el Señor ha escrito para nosotros en el tiempo. 

JMSALVADOR
De mi libro “El Discípulo de Yahvéh”


LA SED DEL HIJO


Después de ver una de mis películas preferidas, “Ciudad de Ángeles”, me dispuse en irme a dormir puesto que el día había sido tremendamente agotador. Pensé que este calor sería mejor amortiguado si me abanicaba un poco en la cama, ponía mi almohada a los pies y mi mirada fija por la ventana abierta encaminada a ver aquellos chopos de corteza blanca que adornaban como colosos, la entrada al portal de mi casa. Pero también pensé que era mejor regar las plantas ahora que tenía tiempo y obligar al sueño a que me venciera y caer de golpe sobre el lecho de mi habitación compartida.

Regaré, pensé, solo las que están en la jardinera de fuera para no molestar mañana a los vecinos que tanto les molesta que tenga plantas en mi terraza. Por tanto, dejaré las que están dentro de ésta para mañana temprano y así solo me molesto yo.

-          ¿Y porque no riegas todas a la vez? -me dijo enturbiando mi paz interior.
-          Estas aquí, ya te echaba de menos.- le contesté.
-          ¿Porqué no riegas todas a la vez?- volvió a insistirme.
-          Si has leído mis pensamientos pensé que podía hacerlo en dos tandas, como siempre. Hoy una cuantas y mañana el resto.
-          Tal vez mañana sea tarde para el resto de tus plantas. Si riegas unas ahora y mañana riegas el resto, unas tendrán para comer hoy y mañana el resto, puedes tenerlas muertas y sus raíces estarían secas. No te serviría de nada regarlas.

Mientras llenaba la regadera de agua, seguía pensando que lo mejor que podía hacer era regarlas todas tal y como él me pedía. Empecé por las de fuera echándole abundante agua viendo como el liquido corría por sus hojas continuamente y empapaba la tierra que las veía crecer.

-          Y dime- seguí preguntando- ¿cómo sabré si es suficiente el agua que les echo?
-          Ellas te lo dirán.
-          Ya, pero si les hecho mucha, las ahogo y si les echo poca, mañana volverán a tener sed.
-          Ellas te lo dirán. Si echas demasiada se acostumbraran a ella y el día que no las riegues se marchitaran porque no se han acostumbrado a vivir con poco agua. Si por el contrario, les echa poco agua, ellas misma se acostumbraran a vivir con lo poco que tienen.
-          ¿Y cómo sabré que lo hago bien?-continué pensando mientras seguía mi trayecto entre el grifo de la cocina y la terraza de mi casa.
-          Algunas, te brindarán con olores mientras las riegas puesto que sus flores expulsaran su aroma mientras lo haces. Otras, como los arbustos, la hiedra y los potos que tienes colgados, no te dirán nada e irán creciendo y cogiendo el color que las caracteriza…

Aquello parecía cierto puesto que el tomillo, el azahar y el incienso, bendecían siempre mis papilas olfativas mientras lo hacía y por las mañanas, las campanitas parecían más grandes de lo natural cada día…

-          Al Padre le pasa lo mismo con sus hijos- continuó diciéndome.- Dios le da el mismo amor por igual. No quiere a unos más que otros, no nos riega indistintamente por ello. Nos da de beber lo justo y necesario. No derrocha su amor más por ti que tu hermano que vive al lado de tu casa. Porque si así lo hiciera con alguno de ellos, cuando éste no recibiera todo el amor que el Padre le ha dado con anterioridad, ya pensaría que el Señor ya no es justo con él. Les da poco a poco su amor y su ternura para así verles crecer en paz y en armonía. Alguno seguro que desprenderá olores de distintas formas, se lo agradecerán, ayudarán a sus semejantes, les respetaran. Otros por el contrario seguirán en sus trece, amaran lo que tengan que amar, no creerán que el Señor les está animando desde dentro para que luchen allí afuera. No creerán por tanto que existe y creerán que siempre lo que hacen es fruto de su trabajo y lo han conseguido solos, sin nadie. Pero aún así, Dios siempre estará a su lado en todo momento crean o no en Él porque no dejará de regarles.

Y cuando Zacarías dejó de hablarme estaba acostado en mi cama, mirando fijamente al cielo estrellado y a aquellos chopos de corteza blanca que adornaban como colosos, la entrada al portal de mi casa.

Y el sueño se apoderó de mi alma hasta la mañana siguiente…

JMSALVADOR

De mi libro “El Discípulo de Yhavéh”


HUELLAS EN LA ARENA


Una noche en sueños vi que con el Señor caminaba junto a la orilla del mar bajo hermosa luna plateada.

Soñé que en los cielos veía toda mi vida representada en celestiales escenas que en silencio contemplaba.
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Dos pares de firmes huellas en la arena iban quedando mientras con el Señor íbamos cual amigos conversando.

Miré atento hacia atrás esas huellas reflejadas en el suelo, pero algo extraño observé y me invadió gran desconsuelo.
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Observé que algunas veces al reparar en las huellas, en vez de ver los dos pares veía solo un par de ellas.

Observaba también yo que aquel solo par de huellas, se advertían mayormente en mis noches sin estrellas en los días de mi vida llenos de angustias y tristeza, cuando el alma necesita más del consuelo y fortaleza.

- Pregunté triste al Señor:

-          ¿Señor, tú no has prometido que en horas de aflicción siempre a mi lado estarías dando muestras de tu amor?
Pero noto con tristeza que en medio de mis querellas, cuando más aflige el dolor solo veo un par de huellas..
¿Dónde están las otras dos que indican tu compañía, cuando las tempestades sin piedad azotan la vida mía?

- Y el Señor me contestó con ternura y compasión:

-          Escucha bien hijo mío, comprendo tu confusión.
Siempre te amé y te amaré y en tus horas de dolor siempre a tu lado permanezco para mostrarte mi amor.
Mas si en ocasiones ves solo dos huellas al caminar y no puedes ver las otras dos que se deberían reflejar,
es que en tu hora afligida cuando flaquean tus pasos, no hay huellas de tus pisadas porque te llevo en mis brazos.