viernes, 20 de enero de 2017

MÚSICA PARA EL ALMA

31 DE DICIEMBRE

Durante los 365 días que tiene un año solemos hacer todo lo que nos plazca, vivir nuestra propia vida, la de los demás, sentir en cada momento el mundo que nos rodea, sonreír, llorar y sobre todo cerrar los ojos a aquellas cosas que son evidentes y pueden causarnos daño.

Tan solo hace falta que llegue el final de año para intentar cambiar las perspectivas de nuestra vida y analizar todo aquello que hicimos para intentar repararlo o remediarlo para el siguiente año o disfrutar de aquello que hicimos y fue satisfactorio para nuestro alma. Modificamos nuestra filosofía de la vida y por tanto utilizamos nuestra propia transición. Queremos pasar de lo antiguo a lo moderno o de un pasado a un futuro un poco mejor, pero solo nos quedamos en el intento y por tanto no superamos nuestras propias perspectivas y vuelve a pasar tus 365 días intentando que de nuevo, el siguiente año, puedas superarlos.

Lo que nos proponemos para superar aquellos escollos de la vida que tanto te estaban hundiendo o no veías salida, sigues sin superaros y terminas como empezaste, deseando no haber vivido esa etapa en tu vida. Por tanto te dedicas a pensar que la vida no es justa contigo y que se niega a aceptar lo que aun necesitas. Piensas que el mundo es cruel contigo y la mala suerte te acompaña en tu día sin darte cuenta que lo que vives es distinto a como la experimentas día a día. Tú consciente ve tan solo los contratiempos y oportunidades que experimenta y tú alma solo las oportunidades y objetivos a los que te enfrentas.

¿Por qué a mí, porque yo

A causa de todos los problemas que existen en tu vida, apenas ves la solución de todos ellos y sientes que tus puertas se cierran y la luz al final del camino ya no es alcanzable, es cuando te das cuenta que dodo ha girado 180º y que todo a tú alrededor se desmorona y perdemos todo aquello que conocíamos. Te sientes apático, sin sentido y te encuentras en un punto de inflexión.

A partir de aquí o te bajas del tren que te lleva a tu destino final o simplemente te paras dentro del puente a esperar una solución que pueda de nuevo encauzar tu rumbo. Te sientas alrededor de las puertas observando cuál de ellas será la que debas abrir sintiendo de nuevo el miedo a volverte a equivocar. Sabes que una vez que cruzas el umbral ya no podrás dar marcha atrás.

En mi anterior año cerré mis puertas a amigos, a la gente que me rodeaba, a las cosas que me estorbaban e incluso a la familia que creía conocer y que en verdad llegan a ser unos auténticos desconocidos. Por tanto, mi camino a la Transición puede ser que haya comenzado o que en verdad ya la esté viviendo y hasta ahora no he sido consciente de ello.

Tal vez cuando despierte en mi totalidad, mis ojos se transformen y vea de distinta forma la vida o tal vez sea la misma pero otras perspectivas. Necesitaré antes que mi vida se acomode a lo que pueda vivir y que mis propósitos sean firmes y objetivos e intentar que no me afecten demasiado.

Los grandes sabios dicen que esa transición te hace perder tu antiguo Yo y que esa fase para llegar a vivir en plenitud tu nueva vida sea inestable y deba perder todo aquello que me ha hecho daño hasta entonces. Que las tristezas, miedos y las viejas heridas salgan de nuevo a la luz siendo doloroso y totalmente frustrante. Que te escondes en un rincón de tu habitación para no salir más y te agazapas como los niños pequeños para no seguir sufriendo.

A nadie nos gusta pasarse días enteros dependiendo de la gravedad del asunto que te conmueve pero, por desgracia, debemos completar el proceso. Durante ese proceso, tu mente piensa que nada se puede hacer y que no merece la pena seguir viviendo y pides al mismo Dios que te lleve consigo para no seguir con esa angustia constante.

Por tanto, debemos serenarnos y esperar a que ese plan perfecto que está diseñado para ti, salga a luz y puedas poner de nuevo tu tren en marcha. Debernos limpiar y reconstruir todo lo dañado antes de empezar una nueva vida después de esa transición. Tenemos las herramientas suficientes para creérnoslo y veremos de otra forma todo aquello que en su momento nos hizo daño.

Esperar…

Pero una cosa tengo bien clara: no me arrepiento de lo que hice o de lo que he hecho y ni pido perdón a todos aquellos que pasaron por mi vida porque también fueron culpables de todo lo que mí aconteció.

Por ahora cerré mis puertas un 31 de Diciembre de todo aquello y de todas aquellas personas que me hicieron daño de los cuales prefiero alejarme antes de que sea demasiado tarde y ya no tengan remedio y no volveré a abrirlas hasta que sea consciente de ello. Mi transición para bien o para mal ya ha empezado.

JMSalvador
20/01/17