miércoles, 13 de julio de 2011

COMPROMISO Y RESPONSABILIDAD

Tras treinta años de compromisos en la parro de mi barrio, he decido, muy a pesar mío, que es hora de jubilarse y/o tomarse un pequeño año sabático.

Durante estos años he aprendido a ser alumno de mis niños, de mis jóvenes, de mis adultos, de las parejas y sobre todo, de mis compañeros, que muchos de ellos han pasado a ser amigos.

He preparado a niños y niñas pasa su comunión, a chicos y chicas para su confirmación, he dado clases a jóvenes después de su confirmación, he dado clases a adultos y sobre todo, he estado impartiendo junto con mi pareja, sentimientos junto a otras parejas en Encuentro Matrimonial.

Y todo esto gracias a un hombre, que esté donde esté, seguro que el Señor le ha dado cachito de cielo para que siga haciendo sus labores de las suyas tan bien como lo hizo entre nosotros.
Juan me enseñó a comprometerme y a responsabilizarme de mis actos. Supo de mi vida por completo, de mis dudas existenciales y supo en todo momento como seguir luchando por aquellos que nos necesitan y piden un voto de confianza.

Tras confirmarme allá por el siglo XV por lo menos y hacer un buen curso de formación, empecé mi andadura en esta vida como laico. Aprendí lo que era el compromiso y sobre todo, aprendí a tener responsabilidades.

Durante años luché para que nada ni nadie me afectase con sus críticas y sus miradas por encima del hombro, que en esta parroquia suele hacerse mucho.

Aprendí a caminar con la ayuda de mis compañeros y compañeras que ahora se llaman amigos y amigas y lo principal, aprendí que lo más bonito era que si mi labor afectaba a una amistad dentro y fuera de mi lugar de “trabajo voluntario”, era mejor renunciar a ello antes de perder el tesoro que el Señor me había dado. Creo haber obrado bien con ello.

Durante tiempo aprendí también la necesidad de afianzarme en mis creencias pero también en mis convicciones. Ver una persona más allá de una Biblia o de una simple anécdota que muchas veces son mal entendidas o pronunciadas.

Dios es amor y punto, lo llamen como lo llamen. Lo entienda la gente como lo entienda. Su nivel de vida, su tendencia sexual, su color o ideología… Debes aprender a respetar y no a escupir al cielo porque siempre el Señor te devuelve tu “gapo”…

Respetar….

Y como a Jesús, me han juzgado por ello e incluso acusado, y firme, he seguido con mis convicciones.

Cogí un compromiso y con ello una responsabilidad y me siento orgulloso por ello.

Cuando estamos en un grupo en el cual nos llamamos “hermanos” nos debemos sentir eso, hermanos. Nos debemos escuchar, respetar y no debemos mezclar terrenos particulares a no ser que sea para ayudarnos entre nosotros.

En mi último grupo, por desgracia, eso no ha sido así. Y te da por pensar que los compromisos que adquieres con el tiempo se empiezan a debilitar. Por tanto, tus responsabilidades las limitas a unas cuantas.

Empiezas a ver cosas que no te gustan y empiezas a sentirse incomodo en situaciones creadas por otros y apoyadas por personas que crees que por ser alguien con responsabilidad vocacional y con firmes convicciones, puede amortiguar estos baches creados en tu tramo de carretera. Y no es así.

Entonces, la labor de escuchar queda en un segundo termino puesto que es más importante oír a los demás y escucharse así mismo y te das cuenta que la vocación de algunos se ha guardado con el alzacuello en el bolsillo y éste tenia un enorme agujero, perdiéndose por el camino junto con sus compromisos y sus responsabilidades.

Gracioso es cuando me dijo este tiempo de atrás que podemos perdonar setenta veces siete cuando te ofendan. Precisamente cuando él no lo siente así y no lo ve igual porque para él es más bonito llevar estos términos a terrenos particulares y crear un agravio comparativo. Y yo, que no soy perfecto, perdono siete y no setenta porque no puedo hacerlo mientras veo que los demás siguen oyéndose sin escuchar al resto del mundo.
Se dedica a decir que defiende unas causas y otras porque no hay motivo para ello, mientras que contigo y con otros que no planeamos a su mismo nivel, se dedica a hacer una caza de brujas y a ponerte la zancadilla continuamente.

Esta bien eso de Ver, Juzgar, Actuar, Revisar y Celebrar...

Veo, juzgo y actúo. Veo como algunos garbanzos han estropeado el cocido y aunque los he apartado, han vuelto a la olla para seguir remordiendo algunas conciencias y estropear del todo nuestro almuerzo, aunque luego digan que no lo han provocado, claro.

Mi compromiso decae y por tanto no quiero esta responsabilidad. No me gusta participar de ella… No creo en algunas injusticias o en las justicias de algunos.

Por tanto, decido que ya he revisado mi vida en esta parte del camino y decido apartarme no antes sin celebrar que me llevo conmigo una gran amistad forjada durante años como mi hermana Tere y unos grandes amigos que me han hecho sentirme dichoso de compartir mi vida con ellos aunque haya sido en dosis pequeñas.
De Josele, me llevo la paciencia. De Portal, su persistencia y de Irene, su valentía de enfrentarse al mundo con tanta diplomacia.

Por último están los más jovencillos, David, Samu, Teresa, Carlos, Inma y Laura… A ellos gracias por ser como son y que saben que siempre estaré ahí, entre bandolinas para lo que me necesiten, le pese a quien le pese, como dice Tere.

Ahora dejo mí humilde legado a mis hijos que creo haberles enseñado toda mi vida lo que es justo, y en los últimos años con vuestro apoyo, a vivir dignamente. Y si algo no ven con nitidez suficiente, que lo griten a los cuatro vientos sabiendo que siempre alguien habrá que les haga caer para que no continúen adelante. Sobre todo a Sara, que tanto le cuesta abrirse camino.

Os doy las gracias por vuestra amistad desinteresada y doy gracias al Señor por enseñarme los compromisos y responsabilidades que he adquirido para con los míos y los demás.

Espero no haber ofendido a nadie, Si ha sido así, lo siento…

Espero seguiros viendo.

Un gran abrazo para todos.