La vida es muy
variada y a veces, hasta la nuestra resulta divertida.
Unas veces se
nos rodean de buenos cumplidos y de favores, y otras se olvidan de que
existimos y se nos cubre de vacío.
A veces, oiremos
como somos de dulces y de atentos para con ellos y las alabanzas embriagan
nuestro ser. Otro día criticaran nuestra alma y apuñalaran todo nuestro ser con
sus murmullos incorruptos y desagradables.
Sentiremos como
alzan nuestros valores en boca de otros y al rato, no tendrán en cuenta
nuestros méritos bajando nuestro ego interno hasta el subsuelo.
Muchas veces,
seremos los primeros y otras veces, seremos los últimos cayendo en desgracia de
todos.
Por tanto, no
debemos subirnos al pedestal engreídos el primer día porque al segundo, puede
ser que nos aplaste una lápida de insultos y caigamos contra el suelo.
No tendremos
porque sobrevalorarnos pero tampoco debemos subestimarnos.
Tenemos que ser intransigente
y por tanto, exigentes con nuestros principios. No debemos perdonarnos nada de
lo que hacemos porque solo nosotros debemos mostrarnos rígidos y duros con
nosotros mismos y no con los demás. Si no eres fiel contigo mismo, no pretendas
que los demás te sean fieles.
Por tanto, nuestra
balanza del destino siempre estará nivelada. Ni nos condecorarán como dioses
del olimpos con una corona de laureles por nuestras acciones, ni nos vitorearan como el torero que
hace mal su faena en los ruedos.
Debemos ser
siempre nosotros mismos y sonreír desde el primer segundo hasta el último, haya
o no triunfos porque todo nos sirve para nuestro perfeccionamiento.
"No miremos la paja en el ojo ajeno, si no nos
miramos antes, la viga que tenemos en el nuestro..."
Mateo 7:1-5
Mateo 7:1-5