Me miró
fijamente y me observó con los ojos ensangrentados de desprecio y
aborrecimiento
- Me duele el alma – le miré
fijamente con lágrimas en los ojos - Quiero gritar… Quiero echar fuera de mi
todo aquello que me estorba, que me impide seguir caminando y avanzando en mis propósitos…
Pero veo tantas injusticias a mi alrededor que no puedo callar, no puedo contener
tanta rabia. No puedo sentir amor por alguien que se comporta conmigo y con los
demás como un cínico y miserable… No puedo, es contra natura y está fuera de
mis principios…
Miró al
horizonte y caminó unos pasos hacia el montículo de piedra. Guardó silencio y
cogió aire, el suficiente para exhalar de un solo golpe, palabras de gratuita calma
y de inmensa sinceridad.
- El Señor dice que sí el corazón
está enfurecido, debemos sujetar la lengua para guardar silencio, ya que la
mente juega malas pasadas y decimos lo que no debemos. Tenemos que pensar antes
las cosas para que el corazón se apacigüe y guarde quietud. Así, la lengua dirá
sosegadamente lo que siente el alma.
- Pero mis sentimientos no son
puros porque me aflige vergüenza de ellos y me hace sentir impotente – reprimí mi
angustia.
- Querido Iridel, los sentimientos
son ideas que deben dominar a las palabras, calmando las fuerzas de nuestras
buenas o malas ideas. – se volvió a mi -
Por tanto, guardad silencio para que tu corazón se sosiegue y no digas nada de
lo que luego puedas arrepentirte, no vaya a ser que el oído del otro corazón
que te escucha, oiga lo que no debe y enfurezca su boca y humilde tus sentimientos.
- ¿Debo pensar lo que digo antes de
actuar?.. pregunté.
- Debes decir lo que siente de
manera y clara que el que esté a tu lado sepas a lo que te refieres, si dices
lo que no sientes, oirás lo que no quieres y será un continuo compendió de
malas palabras y barbaridades.
- Pero es injusto- insistí.
- Pues hazlo justo y que te oigan y
te entiendan, solo así saldrán de tu boca palabras con fundamento y con
sentimientos. A los guerreros se les gana en las batallas con palabras y
gestos de buena voluntad, no con espadas y lanzas. Así David, venció a Goliat y
libró a Israel del gigante.
La necedad del
hombre pervierte su camino, y luego su corazón se irrita contra el Señor.
Provebios 19:3
JMSalvador
27/02/13